Orgullo gay
A pocas horas de que se apruebe, por fin, la ley del matrimonio homosexual, escribo yo desde mi heterosexualidad este humilde post. Mi interés sobre este tema radica en dos cuestiones:
Una porque no encuentro ninguna diferencia en la forma de la unión de dos personas que se aman y que quieren tener un futuro junto. Se que hay quien la ve, aun desde una diplomática neutralidad, como mi admirado Juan Manuel de Prada que así lo escribía en El Semanal hace un par de semanas.
Una porque no encuentro ninguna diferencia en la forma de la unión de dos personas que se aman y que quieren tener un futuro junto. Se que hay quien la ve, aun desde una diplomática neutralidad, como mi admirado Juan Manuel de Prada que así lo escribía en El Semanal hace un par de semanas.
La otra razón es mucho más personal, tengo amigos gays, y me gustaría verlos, si ellos lo desean, felizmente casados, en sus chalecitos adosados tremendamente bien decorados, y tomar con ellos un té en unas delicadas tacitas de porcelana pintada a mano.
Supongo que todos los que se manifiestan tienen algún amigo o conocido homosexual, quizá no lo sepan, quizá no quieran saberlo; alguno de ellos lo será y no querrá reconocerselo a sí mismo. Resignense señores (y señoras) están rodeados; ser homosexual es tan común como ser rubio, y, al igual que con el color de pelo, hay quien lo es realmente y hay quien se apunta al carro porque está de moda (pero esto ya es otros post)
Aunque me gusten los hombres, ondea en mi corazón la bandera gay, con orgullo y por la igualdad.